LAS PREMONICIONES DE LA MUERTE (PARTE 1): RECORDANDO A UN COMANDO NAVAL.

 La muerte como la conocemos, es un proceso natural. No sabemos que suceda después, pero nuestras creencias religiosas nos indican y marcan nuestras vidas para que nuestra eternidad sea placentera o no. El ser humano ha negado todo menos la muerte. Sólo El Salvador, ha podido venir de ella, y los que somos católicos sabemos que lo volverá hacer. Sin embargo, los mortales conocemos que ésta tarde o temprano vendrá y cuando levemos anclas al encuentro con el Creador,  al final tendremos que rendir cuenta de qué hicimos con nuestros talentos. 



Pero la muerte, que sabemos que llegará, nos puede sorprender de diversas maneras. Para los que somos guerreros del mar, sabremos que el mar puede ser nuestra morada eterna, otros tendrán mucha suerte de pasar con su familia. Pero de que aparecerá, lo hará  como lo hace un viejo amigo que espera un ansiado encuentro, donde tendremos que ir a su encuentro contra nuestra voluntad. 

Sin embargo, esta puede vaticinarse. Lo he vivido en varias ocasiones y lo he visto en familiares. Tal vez muchos escépticos en esta materia duden de mis palabras, pero los hechos hablan por sí solos. El hecho que la muerte nos espera, también indica que esta nos advierte cuando es inevitable, y en mi caso se ha manifestado en sueños y cuando ya ha tocado la puerta, y lo ha hecho  por medio de una manifestación del espíritu de quien se ha ido, indicando que se ha marchado.

En el año 2017, luego de que por esas cosas de la vida fuera separado de la Fragata "Morán Valverde", presté servicios en el Comando de Guardacostas como parte del Departamento de Mantenimiento, por ser mi personalidad, mi curiosidad y acuciosidad en llevar todas las cosas que realizo en mi trabajo, se me encargó una misión un poco usual, o mejor dicho me di la tarea de ir por todos los repartos navales buscando motores no operativos para dar de baja y cumplir los formalismos administrativos. Uno de esos viajes tuve que realizarlo a Manta, y también a la Base Naval de Jaramijó, en una travesía que duraría tres días, terminando en Puerto Bolívar provincia de El Oro.

Días antes del viaje, había encontrado muchos recuerdos de mi vida naval y también había ordenado todas mis fotos en mi computadora portátil, aprovechando en eliminar miles de archivos innecesarios y repetidos, puesto que habíamos terminado recién el curso de ascenso un año atrás. Al ver estos archivos me acordaba de miles de situaciones y cosas vividas, las cuales solo los que hemos estado en esos cursos de ascenso conocemos, pero me llamaba la atención todas las palabras de un compañero de promoción, muy característico por su carácter, buen deportista, su innovador método de estudio, así como también sus mil anécdotas y su amor incondicional por la Infantería de Marina. En esos días había también tenido sueños en lo que revivía anécdotas de años atrás entre todos mis compañeros de promoción donde este personaje en mención sobresalía por su liderazgo y don de mando. Esto se repitió algunas veces y no consideré que fuera motivo para sobre saltarse, ya que había conocido a todos mis compañeros oficiales hasta la saciedad y creo que no había nada oculto bajo el sol, que permitera cambiar la historia de cada uno.



El día 30 de octubre del año 2017, viajé rumbo a Manta. Durante el viaje fuimos acompañados por dos técnicos en motores fuera de borda y un chofer, los cuales llevaban su inclinación religiosa muy pegada a su personalidad, ya que eran evangélicos. En el viaje de tres horas, me atrevía a disfrutar del paisaje y por momentos tratar de cerrar los ojos, arrollado por la fuerte brisa típica del cambio de clima, que para ese año hizo un calor insoportable. Luego de una breve meditación que se me hizo eterna, llegamos a Manta a cumplir lo previsto, donde nos tomamos toda un mañana en visitar la Capitanía e ir al Sub Comando de Guardacostas en la base Naval de Jaramijó. Esta base, que queda cerca del cantón del mismo nombre, alberga el batallón de Fuerzas Especiales del Cuerpo de Infantería de Marina. 

Para la tarde, luego de sentir la brisa marina,  comer un plato típico del sector y hacer inspección del caso, era necesario retornar. Como siempre nuestras bases proporciona la logística necesaria y en este caso era urgente el combustible para el retorno en un viaje de cuatro horas y media.

He aquí donde empieza la PREMONICIÓN DE LA MUERTE, donde coincidía todo con los hechos sucedidos días atrás, al recordar situaciones con  mi compañero. Aunque no lo veía casi un año y medio y no había tenido contacto por ninguna red social, la causalidad o el fatal destino hizo que el estuviera en la base antes mencionada como segundo Comandante, ya que el amaba su especialidad, ya que este batallón era un símbolo de gloria para él. Ante la necesidad de combustible, teníamos que pedir apoyo a él, para el suministro del mismo, para lo cual sólo se necesitaba una coordinación, pero la premura del viaje y el esperar a que terminara sus obligaciones ya que estaba en una reunión de trabajo con todo el batallón a su cargo, hizo que la espera sea eterna, sumado a cruzar el toda la base, hizo que tomara la decisión de retornar a Guayaquil con el combustible del tanque, acción riesgosa pero necesaria ante la premura del tiempo. 

¿Porqué la PREMONICIÓN? todo el tiempo de espera ese día 30 octubre, luego de nuestras actividades y hasta ver si se hacía el tramite para solicitar combustible en el Batallón de Fuerzas Especiales, transcurrieron dos horas, dos horas en que vinieron mil anécdotas de muerte, mil imágenes de mi compañero en su carrera naval,  mil situaciones en que el estuvo presente, así como también mil cosas tristes que recordaba de él. No puedo negar también las burlas y los sarcasmos recibidos, pero que con el tiempo fueron mermando al alcanzar la madurez profesional y emocional que tal vez mi compañero fue forjando en base a la tristeza de la derrota y la satisfacción de la victoria, mezclado con los sinsabores mal merecidos de la vida, que hace vernos simples mortales y no invencibles soldados. Pero así fue... LA PREMONICIÓN DE LA MUERTE, ESTUVO AHÍ, contaban mil historias en mi espera en esa base y sus muertos, así como también que pasaría si para mi compañero esta  fuera su última morada, y que diría yo si lo viera...



Con la decisión de irnos, ordené la recogida del personal y el viaje a Guayaquil, donde en el camino todos dormimos excepto el conductor, donde para la noche, todas las imágenes de la muerte quedaron en el olvido. Ese sería algo que lamentaría hasta el día de hoy.

Un día como cualquiera, un 31 de octubre de 2017, hizo una mañana soleada, digna de un trote de 16 km que siempre hago, y el clima fue magnífico para viajar. Ese día, el destino era Puerto Bolívar ya que teníamos que ir a ver unos motores fuera de borda, así como hacer inspecciones a otros y revisar las gestiones administrativas competentes a mi área de trabajo. Durante el viaje, el cual fui acompañado con los dos tripulantes de afinidad a la religión evangélica, procedieron a dar lectura y a tratar de convencerme sobre su religión a la que muy respetuosamente le dije que no, pero por cultura general y respeto hacia los demás, y gracias a mi gran dote de conversación, buscaba e indagaba un poco más sobre esa religión, y sus creencias sobre la vida y la muerte. Es aquí donde las PREMOCIONES, volvieron, hablamos de la resurrección, el llevar una buena vida, el llevarse con los compañeros, el no buscar aplastarlos en una carrera de la vida y sobre todo en mi profesión donde la amistad con el tiempo queda de un lado, por tratar de alcanzar un puesto o un peldaño más. Durante la conversación de la muerte, recordamos a muchos Oficiales y Tripulantes muertos de la nada,  o por largas enfermedades en quienes menos esperábamos por su robustez y buena salud. 

En el viaje a Puerto Bolívar, traté de dormir un rato, pero la velocidad y ese don por lo desconocido hizo que sólo fuera un pestañeo el tratar de conciliar el sueño. He aquí el inicio de la tragedia. De la nada, activé los datos de mi celular, previendo que algo estaba sucediendo y fue aquí donde la mala noticia llegaba por todas las redes sociales existentes. No lo niego, no puedo describir el impacto de ver sus fotos y sus mejores momentos, así como todos los mensajes que llegaban de su partida. Al gran deportista, súbitamente la muerte le había tocado sus puertas no dándole ni un minuto para despedirse, mucho menos que todos supiéramos que había sucedido... El impacto de la noticia y que coincidía con la conversación sobre la muerte, enmudeció a todos los viajeros, hasta el punto que pude ver en sus ojos la preocupación por lo sucedido, donde ya llegando a nuestro destino las labores continuaban, no sin antes tratar de ver o asimilar la noticia que dio vuelta a la Armada. 

No negaré que mi desesperación por la premonición recibida hizo que me contenga las lágrimas, donde empezaba a ver todos los mensajes en los chat por Whatsapp donde se empezaba a organizar la despedida de aquel gran Infante de Marina, querido  por todos sus compañeros, haciendo miles de gestiones con su familia y quienes lo conocieron. Con quien más me llevo en vida, me informaba lo sucedido, donde era imperativo viajar a Jaramijó para los trámites funerarios protocolarios a quien falleció en actos de servicio. 



Durante el retorno a Guayaquil, en casa no comenté nada al respecto, sino sólo un informativo a mi esposa del viaje y lo sucedido, pero al acostarme en mi cama, no pude resistir el llanto al saber que pude haberlo visto el día anterior y tal vez advertirle lo que había visto en días previos o en mis sueños. Un sentimiento de culpa me invadía, y para quienes amamos los selfies y las fotos en redes sociales, hubiese sido una digna despedida el haber conversado con él por última  vez, quedando con mi conciencia tranquila el haber compartido unos momentos de mi vida con aquel personaje, dejando atrás rencores y burlas y deseándole sin saber que la vida está llena de obstáculos y sinsabores, pero aún  es una vida la que tenemos, siendo digna de sentirla todos los días. 

Mis lágrimas de culpa, eran porque al verlo hubiésemos conversados de mil cosas, pudiendo evitar el hecho que lo llevaría a la muerte ese 31 de Octubre, proponiéndole alguna otra actividad durante mi visita, que estaba programada también para ese día, pero que opté por la premura del tiempo no volver, acción que me arrepiento para poder evitar su trágico destino.

Hoy aprovecho con esto para desearte y decirte camarada, que viviste una vida plena llena de admiración, y que hiciste lo que más te gustaba, fuiste diferente, por eso también criticado, pero sabías muy bien que muchas veces te defendí de quienes te atacaban y sabía que lo que hacías lo hiciste por tu familia a quien tanto amabas. 

No sé cual será mi destino, pero te despediste en el lugar que se forman los valientes, y donde además es un orgullo despedirse de este mundo haciendo lo que te gusta. Ahora que no estás, espero volver a encontrarnos y  conversar, pedirte perdón por no haberte saludado ese día 30 de octubre, y a su vez darte un abrazo y escuchar tus mil anécdotas de tu profesión. Espero verte y ese día  si aceptes mi ayuda cuando te ofrecí en tu trabajo final,  cuando aceptes que estaba dispuesto en ayudarte, y a su vez decirte que cumplí la promesa en la Academia de Guerra, aunque sea por todos criticado. 



Valorar la muerte es valorar la vida, descubrir que sólo somos un pequeño lapso de tiempo, donde cada uno de nosotros tiene su momento de gloria, y es nuestra decisión enfrentarnos a la vida para llegar a una majestuosa muerte.

El tiempo me ha enseñado a descubrir lo que somos y lo que seremos, que nuestra vida no pase en vano y al final nos invada el sentimiento de satisfacción de haber hecho las cosas a nuestra manera

El presagio de la muerte estuvo ahí, en estos días de noviembre de este 2020,  he soñado mil cosas más, pero luego de esta experiencia, cada vez que sueño con alguien conocido, trato de saber de él y tratar de contactarlo, puesto que aprendí que la vida es corta y hay personas que el destino quiere que nos topemos para saber de ellas, y tal vez conocer que será la última vez que lo haremos, o que,  sellemos una amistad que dure para la eternidad. 



Buen viento y Buena mar camarada, espero toparnos otra vez. 

Tu amigo Víctor.

Comentarios

  1. Esa sensación de haber podido hacer mas... Que solo el tiempo sana... Una vez soñé con un familiar cerca de aguas oscuras con remolinos y después falleció... A este sueño le tengo terror

    ResponderBorrar

Publicar un comentario