El inicio de una gran aventura. . 25 años de graduados San José La Salle.

 


 

El pasado mes de enero de 2022, se cumplieron 25 años del inicio de una gran aventura. Al hablar de una gran aventura me refiero a la que cada uno de nosotros emprende sin saber el destino cierto, es decir lanzarse al vacío de la vida en solitario lleno de esperanzas e ilusiones, sin saber en lo más mínimo que crecer es duro y que madurar cuesta. 

Soy guayaquileño de corazón y una parte de las postales de mi querida ciudad del año 1997, era y es ver la gran imagen, tal pirámide en el desierto, de nuestro amado Colegio San José La Salle. Como borrar del mapa aquel imponente edificio que destaca desde el aire mirando desde el cerro, por agua desde el majestuoso Río "Guayas",  y para los que nos gusta caminar apreciarlo intacto por aquellas calles céntricas que llenan de lágrimas nuestros ojos, al recordar aquellos gratos momentos colegiales, llenos de alegría, felicidad, angustia, temor, ira y también esperanza, al todavía creer con inocencia en ideales de vida, paz, y un bienestar para todos. 

 


Todos los lasallanos recordaremos, al menos los de mi época,  el caminar por el centro de la ciudad, ver las chicas del Mariuxi, jugar esos partidos de fútbol interminables y simultáneos en una cancha infinita de nuestros patios, así como también esas oraciones diarias que nos formaron como hombres de bien, respeto, forjados bajo una doctrina religiosa que a todos nos ha servido y cuyos frutos se han visto a lo largo de estos años en todos los aspectos cotidianos de nuestra vida. 

 


De mi promoción, la 49, se guardan en mi memoria esas imágenes de las formaciones, las revistas de gimnasia, el pulcro terno azulado, el sonido claro y potente de esa tonada melodiosa de aquellas campanadas que tanto formaron nuestro carácter, que hacía que, con una disciplina de una academia militar, buscáramos la fila en un instante. 

Mis recuerdos también  se basan en olores, el clima cálido de Guayaquil, ese olor a madera de nuestras bancas, que hasta donde supe transcrurrieron años en ser reemplazadas, así como también ese sentimiento de ver las agendas y fotos de las mismas, con toda esa literatura que tenían, de incansables deberes y tareas por hacer de una tarde a la mañana siguiente. 

 

Ningún lasallano, podrá olvidar como sus sentidos se exacerbaban con el olor a nuevo de la libreta de calificaciones, así como de esas hojas papel ministro que vendían en la librería, y esos gratos recuerdos en la biblioteca del primer piso que con el tiempo dio sus frutos al ser profesionales amantes de la lectura y la investigación. Una década desaparecida del fin de siglo, el cual pasó sin darnos cuenta de la relevancia en la  historia, pero que nos tocó vivir, y la cual nos hizo ver los cambios de nuestro colegio, para quienes estuvimos 13 años en él, pudimos apreciar  el surgimiento y la desaparición de espacios que llenaron nuestras mentes, y que hoy no quedan vestigios físicos de los mismos, sino más bien recuerdos en unas memorias frágiles que viven apresuradamente el siglo XXI. 

 


De mis compañeros, tengo gratos y malos recuerdos, pero también fue parte de un proceso de descubrirnos como personas y determinar nuestra propia personalidad, ya que como mencioné crecer es duro y madurar cuesta, aprender duele, y sencillas acciones que fueron involuntarios tal vez criaron resentimientos en su momento, y que, con el tiempo fueron sanando, sin embargo, nos enseñó poco a poco que la vida era dura y que sólo nosotros decidimos vivirla. 

 

Muchos de mis amigos de ese tiempo, y de los pocos que hablo o conozco hasta ahora, gracias a las redes sociales, tomaron su rumbo... un rumbo incierto, y que hace honor a la gran aventura que menciono, porque nadie, por más lecciones o discursos dichos en las aulas, o conversaciones eternas y aburridas con nuestros padres, nos había abierto los ojos para lo que venía: un mundo hostil, materialista, sin valores, sin principios, sin rumbo. Un mundo al cual nos lanzamos llenos de inocencia, y con ideales, los cuales formados bajo el calor de nuestro colegio, nos hacía ver que siempre debimos ser agradecidos con aquellos maestros que dieron su vida compartiendo sus consejos y experiencia, y que bajo el dicho popular de nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, nos dimos cuenta que todo se conjugaba para esta gran aventura que cada uno de nosotros iniciaba, muchos, con la sensación de que aún quedaban esos amigos de escuela y colegio que estarían a su lado en universidades, pero que poco a poco cada uno de nosotros iba aceptando que estábamos solos en esa travesía, y que quienes conocimos, también tenían que madurar y crecer en cuerpo y espíritu, donde cada quien se abriría paso entre nuevas amistades y experiencias, muchas gratas, otras con secuelas y sin sabores que hasta hoy perduran.



Tal vez, mi destino estaba marcado, el no contar con muchas amistades, o no tener esa habilidad de hacer amigos, me hizo ser selectivo o solitario, tanto que durante años sentía con amargura y resentimiento ese abandono total de mis compañeros de colegio, dándome cuenta que donde estaba no había por mas entrenamiento extremo para el combate, esa sinceridad y amistad que sólo la escuela y el colegio hace crecer en nuestras mentes y corazones. 

Pero la tecnología nos ofrece alternativas y gracias a ellas, lleno de lágrimas encontré lo perdido durante veinte años, y que, después de encontrar a aquellas personalidades perdidas en el tiempo, hicieron que la vida vuelva a tener ese tinte de inocencia con la que nos arrojamos a esta aventura que todavía no termina.Tal vez las múltiples ocupaciones de muchos, hicieron que en una ocasión en solitario volviera a encontrar  aquellos amigos de mil recuerdos, pero ahora que tenemos dos decenios y un lustro separados, pierda una oportunidad de volver a verlos, ocasión que me llenó de tristeza y recuerdos de todo aquello que dejé de vivir, por cumplir un sueño vestido de un glorioso uniforme que me acompaña al escribir estas letras. 


Estas palabras son un homenaje a todos aquellos lasallanos de todas las épocas, que guardamos recuerdos en esas aulas, y que transformados a mi nueva vida y profesión, fue una guerra y una lucha que cada uno vivió y creó un destino basado en el cristianismo, el amor a los demás y la búsqueda de un futuro mejor para todos.


Como la vida continúa y el tiempo no se detiene, conmemoro estos 25 años de graduados con estas fotos de aquellos valientes guerreros que empezaron un largo camino, y que ahora ya adultos, vemos hacia atrás a empezar a vivir una vida que coincide con la edad, y que nos permite dejar resentimientos y lágrimas, para apreciar a aquellos camaradas que siempre estuvieron y seguirán ahí a la espera del gran reencuentro para celebrar la vida y también la eternidad de aquellas experiencias vividas....


Antes de levar anclas al Creador, ya que sueño seguido con la muerte, dejo esta última foto de aquellos que marcaron nuestra vida, y de los cuales espero volver  a ver tal cual como la muestro, como sello de nuestro compromiso eterno con Dios y con nuestra conciencia... 

 


 

HONOR Y GLORIA. 




 

 

 

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