DE AMOR NADIE SE MUERE.






Para quienes no somos nativos digitales y crecimos en la era analógica, y más aún si somos parte de cualquier fuerza militar del mundo, sabemos el valor de la comunicación. Pero este valor era aún mayor cuando en la soledad y la lejanía, el marino navegante, viajero, soñador y aventurero tenía alguien que le quitaba el sueño. Alguien por quien valía la pena retornar a casa. 

 

Para todos quienes somos marinos, hemos vivido este sentimiento y situación, que se ha tratado de recrear en muchas películas siendo su final más triste que alegre. ¿El motivo? Una vez alguien me preguntaba esto y la respuesta fue tan fácil y sencilla como su mismo pregunta: LA ILUSIÓN VIVIDA Y LAS PROMESAS HECHAS. Creo que nadie que lleva una vida normal ha sentido estas sensaciones. 


Ahora en un mundo digitalizado y con capacidades de comunicación infinitas, se han roto las barreras de comunicaciones y las expresiones que fluyen y van no nos limitan o entorpecen nuestros sentimientos. Pero hace 20 años todo era diferente. Esa ilusión vivida y esas promesas hechas elevaban los sentimientos más puros que un ser humano puede experimentar, confiando en miradas, palabras, besos y abrazos que pensamos que durarían toda una vida. Aunque fueran unos pocos segundos en la vida real, se transformaban en una eternidad en esa soledad y distancia tan grande, la cual se agrandaba con las pocas o limitadas comunicaciones que existían. Como la voluntad vence al tiempo y no pone excusas, el mínimo tiempo al lado de esa persona querida, hacía que la vida aunque sea un momento fugaz sea placentera.


Veinte años atrás vivía todo lo contado, era más mágico el momento de sólo saber que estaba próximo a graduarme, aquel 20  de diciembre de 2001, lo que hacía que aquellas promesas y palabras dichas serían una realidad palpable. Como mencioné sólo los que hemos o somos parte de una Armada o Marina de Guerra hemos vivido esto, sin embargo el desenlace, que es el motivo de estas palabras son las que todos de alguna u otra manera hemos vivido y no como un recuerdo grato que nos ha permitido crecer, sino todo lo contrario, sino como una amargura de aquello que fue, no pudo ser y que hizo que nuestras vidas, metas, ilusiones retrocedan. Lo vivido no es de una traición amorosa, sino más bien de una decepción amorosa, dos cosas totalmente distintas, de las cuales considero que la segunda es peor debido a que las palabras y las promesas son más fuertes y poderosas que el deseo carnal que alguien pueda vivir, ya que este último es efímero y el primero eterno. 


Sin embargo, cuento esta historia porque de amor nadie se muere, donde la inexperiencia en la vida y en el amor, la inocencia de creer en palabras y letras plasmadas en una carta, hace que se vivan recuerdos de todo aquello que se tenía en un momento planeado, que tal cual como las Torres Gemelas, fueron cayéndose por partes, cambiando los sueños en pesadillas. 


No me arrepiento de lo vivido, pero si de todo lo que dejé atrás, tal vez recapacitar fue tarde, pero la lección aprendida es saber que nada en la vida es eterno, ni siquiera el amor y las ilusiones, y que luego del despertar de las mismas, había una vida que vivir y otros sueños que cumplir. 


La más dura lección, será siempre aceptar los errores, y que con el paso del tiempo, uno debe  darse  cuenta de los verdaderos sentimientos de una persona, y que la vida nos enseña que la ceguera del amor, resulta tan fatal y cruel, que a diferencia de una película de cine, sus estragos y secuelas dejan marcas, que pocos supimos en su momento superar, donde cada nueva amistad o persona con la queríamos entablar una nueva relación, sufriría las secuelas de aquella decepción que se cargaba en el corazón más que en la mente. 


La historia vivida, que data de hace veinte años, me ha permitido con las redes sociales actuales, recordar aquellos momentos vividos, y ahora que mi madre ha abandonado el lugar donde había vivido 35 años, recoger con todos mis hermanos  cada cosa que uno tenía  guardado allá: libros, recuerdos, fotos, en mi caso, uniformes viejos, y es con esto que  encuentro todo aquello dejado veinte años atrás luego de graduarme como Oficial en la Armada, y que coincide con la fecha de cuando la más grande historia de amor de mi vida, se convirtió en la pesadilla que hasta ahora trae recuerdos a mi memoria durante mis sueños, que sólo alimentan aquello que en la realidad  no fue ni nunca será en la realidad. 


Ahora encuentro uniformes, logos, insignias, parches, cosas que ya ni me quedan, ya que el tiempo ha aumentado mi contextura, pero traen recuerdos fugaces de todos  aquellos momentos felices vividos con esa persona que fueron muy lindos de lejos, pero que al compartir de cerca, sólo me pude dar cuenta de las verdaderas intenciones, la ambición al dinero, la riqueza y el bienestar, cosas que en su debido momento no podía ofrecer, y que hasta ahora me ha tocado esforzarme mucho por conseguir ese bienestar para mi nueva familia. También están sus cartas, fotos y los cortos mensajes detrás de los mismos, así como  viejos diarios que me ayudarán este 2022 a escribir mi libro, donde estarán todas mis aventuras marineras de estos veinte años... sin embargo, al inicio de todo este periplo en mis escritos estaba ella...


Como siempre le comparto a mis alumnos, que el tiempo no se detiene, y nos enseña a valorarlo, tal vez el llanto y la desesperación me obligó a navegar y huir de casa, hacer mil guardias y ofrecerme a patrullas que hasta hoy forjaron mi carácter, y en la lejanía con mis ocupaciones, olvidar aquellos momentos que como dije fueron bonitos y de los que trato de olvidar de mi memoria sin éxito. 


Se que la vida nos devuelve lo que hacemos, y trato de que esta no me ponga en mi camino otra vez a ella, no por odio sino porque he aprendido a vivir con tantas amarguras, dificultades y desilusiones de todo tipo, ya que,  al igual que un buque de guerra que ha sobrevivido una batalla, donde su tripulación busca reparar aquellas heridas en su casco que en verdad terminan dañándolo más,  mi espíritu sólo busca paz y tranquilidad, y la he encontrado en mi eterna soledad desde hace veinte años. Muchos al leer esto, se preguntarán que fue de esa persona, la verdad luego del mes de mayo de aquel 2002 nunca supe, por ahí dos rumores, pero nada más, pero estoy seguro que sus planes personales que tanto me hablaba los ha de haber conseguido. De mí, ustedes sabrán lo que viví todos estos veinte años, los mismos que siempre fueron planeados para ella, sin embargo, la vida me puso otra persona en mi vida cinco años después y que hasta el día de hoy, perdura a mi lado, esperando que en mi nueva etapa profesional estar  junto a ella  y que me acompañe hasta el final para  obtener mis últimas estrellas doradas. 


Recuerden, de amor nadie se muere...










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